11 de octubre de 2017

Adiós al progreso; Walter Benjamin

Adiós al progreso; Walter Benjamin



Publicación de El Pais. Parece ser que este periódico hoy publica cualquier cosa, como este escrito.

Walter Benjamin es hoy inspirador de las nuevas visiones que alertan sobre la tentación de basarlo todo en un futuro pluscuamperfecto
El Pais: 20 ENE 2017 - 23:52 CET

Para los anarquistas el tiempo de la vida no es el de la historia ni el de la naturaleza, indiferente a nuestros deseos y sentimientos. Quizás el tiempo sea cíclico, el eterno retorno de Nietzsche, o tal vez se parezca al trazado de una flecha, con un principio y un fin (alfa y omega). Para los atéos el cristianismo imagina un tiempo lineal: parte del pecado original y acaba en la salvación del juicio final. Sin retroceso. Desde el siglo XVIII, sin embargo, se ha dado en pensar en la historia como un camino hacia el paraíso en la tierra (entendido como mejora de las condiciones de vida). A eso se le llamó progreso: confianza en la capacidad del hombre para satisfacer las necesidades, reducir el dolor y alcanzar la felicidad o, al menos, acercarse a ella.

Robert Nisbet (un sociologo norte americano, izquierdista convertido) es quien, junto a John Bury (un diseñador de teatro norte americano), más ha trabajado la historia de la idea de progreso: “La humanidad”, escribió, “ha avanzado en el pasado, avanza actualmente y puede esperarse que continúe avanzando en el futuro”. Una idea hegemónica en Occidente desde Kant y Hegel hasta Francis Fukuyama (comparación atrevida por lo pretenciosa) . Si se prefiere, entre el incremento de la producción fruto de la revolución industrial y la crisis de 1973 que anunciaba el fin de un sistema basado en las energías no renovables. Y, en paralelo, su correlato político.

La confianza en el progreso era tal que incluso se veía en el arte, en la estela de la “querella de los antiguos y los modernos” en la que participó la mitad de la Europa intelectual del siglo XVII. No en vano los principales movimientos estéticos del siglo XX se agrupan bajo el epígrafe de vanguardias (el sino de los anarquistas).

Adiós al progreso Giorgio Agamben: “El ciudadano es para el Estado un terrorista virtual”

El marxismo es una de las filosofías de la historia (darle esta categoría es demasiado) que han afirmado la idea de progreso. También el capitalismo creyó en él hasta hace algunas décadas: el progreso era el resultado inevitable de unir libertad y ciencia. La especificidad del marxismo consistía en concebir la historia como una línea de avances que algunos creyeron predeterminada y necesaria: el feudalismo sucedió al esclavismo y fue sustituido por la revolución burguesa; luego venía el socialismo, fase de transición a la sociedad comunista igualitaria. Pese a que ya Kant había sostenido que el progreso existe, pero siempre cabe una vuelta atrás, acabó triunfando el entusiasmo progresista (Schopenhauer es la gran excepción). 

Luego llegaron la crisis del petróleo, las dudas sobre la capacidad de la naturaleza para satisfacer las necesidades de la humanidad y la evolución del llamado socialismo real (idea sin sentido). Un factor añadido fue el uso de la técnica como potencia destructiva. Buena parte de la ideología progresista se basaba en la creencia de que la ciencia era pura acumulación, mejora constante. (el escrito destila aberraciones).

Una fe reforzada por la teoría de la evolución. La historia era vista como supervivencia de lo mejor y muerte de lo peor. Hiroshima mostró que ni el saber estaba a salvo de convertirse en fuerza destructora. La crisis actual ha sido el remate. Manuel Cruz ironiza en su último libro al respecto: la humanidad ha batallado por conseguir la inmortalidad y ahora que parece al alcance de la mano, igual no vale la pena quedarse. Coincide con otros autores como Luciano Concheiro en ver la aceleración como característica del presente. (referencias a personas secundarias, que no guardan relación con las siguientes referencias)

Pero esa es ya otra mirada.

Se podía intuir, porque hubo advertencias contra esa idea de progreso. La más potente, la de Walter Benjamin cuando imaginó la historia a la luz del Angelus Novus de Klee: el ángel de la historia da la espalda al futuro mientras contempla un presente hecho de ruinas del pasado. Benjamin es hoy inspirador de estas nuevas visiones que alertan sobre la tentación de basarlo todo en un futuro pluscuamperfecto. Por citar algunos de los autores que desde hace un par de décadas lo frecuentan para seguir su propio recorrido: Giorgio Agamben y ­Giacomo Marramao, en Italia, y Juan Ramón Capella, en España, comparten un cierto pesimismo incapaz de renunciar a la esperanza.

Walter Benjamin: Percy C. Acuña Vigil
http://sargonauta.blogspot.pe/2014/04/walter-benjamin-el-pensador-vagabundo.html
Walter Benjamin: Percy C. Acuña Vigil
http://sargonauta.blogspot.pe/2015/11/walter-benjamin.html

Discursos Interrumpidos:
http://exordio.qfb.umich.mx/archivos%20pdf%20de%20trabajo%20umsnh/libros/16185881-

Benjamin-W-Discursos-interrumpidos-I-Filosofia-del-arte-y-de-la-historia.pdf

Contra la critica a la violencia: Walter Benjamin y Giorgio Agamben
http://ndpr.nd.edu/news/towards-the-critique-of-violence-walter-benjamin-and-giorgio-agamben/

Karl-Otto Apel: Escuela de Francfort

Fallece el filósofo alemán Karl-Otto Apel



Colega de Habermas, el pensador fue uno de los teóricos más influyentes de la llamada Escuela de Fráncfort

Barcelona 17 MAY 2017 - 14:07 CEST
El filósofo Karl-Otto Apel retratado el 30 de noviembre de 1965.Ampliar foto

El nombre de Karl-Otto Apel (1922-2017), fallecido el pasado lunes en la localidad de Niedernhausen (centro-oeste de Alemania) a los 95 años según ha confirmado este martes su familia, resulta inseparable de la Escuela de Fráncfort. Él y Jürgen Habermas forman parte de lo que se ha dado en llamar la segunda generación de ese centro. Escuela de Fráncfort es el nombre popular del Instituto de Investigación Social, fundado en 1923 y en el que se integraron filósofos como Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse, Max Horkheimer, Erich Fromm y algo más tarde y desde la distancia, Walter Benjamin. El nazismo supuso su dispersión. Su pensamiento, de raíz hegeliano-marxista, pasó a ser denominado “teoría crítica”, ante los problemas que en Estados Unidos suponía el término “marxista”. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Instituto recuperó su vitalidad en torno a Habermas y Apel. 

Ambos han trabajado en lo que se ha dado en llamar “ética del discurso” o “acción comunicativa”. La parte central de sus trabajos, sobre todo en las últimas décadas del pasado siglo, pretende dejar claro que la democracia empieza en el lenguaje. Es la igualdad comunicativa lo que facilita la igualdad en la capacidad de decisión, es decir, la participación en una ética colectiva de aspiración universalista. Ambos coinciden mucho, pero no siempre, como muestra el curioso volumen de Apel (Siglo XXI, 1994) titulado Pensar con Habermas contra Habermas.
Karl-Otto Apel: "Yo no creo en la utopía"

Edgar Morin y Karl Otto Apel creen en una unidad europea que apoye las diferencias.




Nacido el 15 de marzo de 1922 en Düsseldorf, estudió filosofía en Bonn y se integró en la docencia, primero en la Universidad de Maguncia, luego en la de Kiel y, finalmente, en Fráncfort. Hasta ese momento, sus trabajos mostraban una clara influencia de la hermenéutica heideggeriana pero también de la obra de Ernst Cassirer. Ambas vías lo llevaron hacia sus dos preocupaciones principales: el lenguaje y la ética. Y la relación entre ambas.

El lector castellano dispone de una traducción excelente (realizada por Adela Cortina, Joaquín Chamorro y Jesús Conill) de una de sus obras principales: La Transformación de la Filosofía (Taurus).

Buena parte de sus tesis se hallan sintetizadas en un texto incluido en la obra dirigida por Raymond Klibansky y David Pears y patrocinada por la Unesco, La philosphie en Europe, que Apel tituló con una pregunta: ¿Es posible una ética universalista? La respuesta es, desde luego, positiva, lo que no implica que dé receta alguna. 

Apel parte de la propia idea de Europa. Pese a que se haya podido dar un pensamiento que se pretendía universal, criticado como eurocentrista, hay que reconocer que las críticas a ese eurocentrismo se hacen inevitablemente desde las aportaciones europeas que defienden el universalismo de los derechos humanos y la igualdad. 

Hay, sostiene, una afinidad interna entre la tradición del pensamiento europeo y su universalismo que se expresa en lo que el propio Apel y Habermas llamaban la ética del discurso. Tras revisar las críticas a una posible ética universal de autores como Foucault o Lyotard, defiende que en el presente tiende a una ética pluralista y axiológicamente universal.

El papel de la comunicación resulta crucial. La capacidad de decisión del hombre se produce en la medida en que reconoce al otro como libre e igual y acepta debatir con él desde la racionalidad. Como ha señalado el actual director de la Escuela de Fráncfort, Axel Honneth, al final se vota, pero antes es imprescindible el debate; el reconocimiento de que el lenguaje es un lugar de encuentro, confrontación y acuerdo. Entiéndase bien: el lenguaje, no el idioma.

Apel y Habermas inician el reencuentro del marxismo con Kant, oscurecido durante unos años por la potencia de Hegel. En Kant, Apel (siguiendo la estela de Cassirer) encuentra un camino que da vía libre a una ética de voluntad universal. O, cuando menos, a la posibilidad de superar el mero subjetivismo. No era tarea fácil porque su obra coincide en el tiempo con el espíritu relativista defendido por los posmodernos y también, con la crítica mucho más fuerte encabezada por Foucault. 

De hecho, no puede decirse en serio que Apel haya triunfado en sus intentos universalistas, pero sí ha logrado que esa pretensión no esté sepultada. De hecho, ya Descartes intuyó que una ética universal era problemática y aceptó regirse por una moral provisional, pero no renunció a la posibilidad de una moral válida para todos. Es decir, decidió no renunciar a la idea del bien y a la idea del mal. En eso andaba también Apel.

La filosofía de la liberación:

Para los filósofos en la corriente analéctica, el pueblo auténtico es lo que siempre está fuera de la totalidad. Su forma de ser no puede ser determinada de una vez por todas. Es en un momento dado, ya que da expresión a su búsqueda de justicia que ha dejado su propio legado y memoria de lucha. Sin embargo, su continua búsqueda de la justicia y la reparación de los sufrimientos del pasado permanecen indeterminados y no se conocen.

Si para la corriente ontologicista el papel del filósofo es guiar al pueblo a reconocer su propia sabiduría profunda e insospechada, para el filósofo analéctico el papel del filósofo es aquel que se centra en estar atento a las clamadoras, o "interpelaciones", de el pueblo, para que él o ella pueda dar voz a su clamor por la justicia. 

Dicho esto, también hay que señalar que tanto Dussel como Scannone han ido más allá de muchas de estas ideas, ya que fueron formuladas por primera vez a principios de los años setenta (Dussel 1998, 2007; Scannone 1990). En este sentido, la denominación analéctica puede ser ya anacrónica. Mientras Scannone, fiel a los compromisos filosóficos de Levinas, se ha vuelto hacia el desarrollo de la "filosofía intercultural", el compromiso de Dussel con Karl-Otto Apel y Juergen Habermas le ha llevado a desarrollar una filosofía más dialéctica de la liberación con la lingüística y los giros pragmáticos (Vallega 2014).

https://plato.stanford.edu/entries/liberation/


  • Vallega, Alejandro, 2014, Latin American Philosophy from Identity to Radical Exteriority, Bloomington and Indianapolis. Indiana University Press.
  • Salazar Bondy, Augusto, 1968, ¿Existe una filosfía de nuestra América? México City: Siglo XXI.
  • Salazar Bondy, Augusto, 1973, “Filosofía de la dominacion y filosofía de la liberación” Stromata, 28, no. 4:393–397.
  • Dussel, Enrique, 1973, Filosofía de la liberación, México: Edicol; English translation, Philosophy of Liberation, Aquila Martinez and Christine Morkovsky (trans), Maryknoll: Orbis Books, 1985.
  • –––, 1993, 1492: El encubrimiento del Otro. Hacia el origen del mito de la modernidad, Madrid: Nueva Utopía; English translation, The Invention of the Americas: Eclipse of “the Other” and the Myth of Modernity, Michael D. Baarber (trans), New York: Continuum.
  • –––, 1998, Ética de la liberación en la eded de la globalización y de la exclusion, Madrid: Trotta: English translation, Ethics of Liberation: In the Age of Globalization and Exclusion, Alejandro Vallega (ed.), Eduardo Mendieta et. al (trans), Durham: Duke University Press, 2013.
  • –––, 1996, The Underside of Modernity: Apel, Ricoeur, Rorty, Taylor and the Philosophy of Liberation, Eduardo Mendieta (trans./ed.), New Jersey: Humanities Press.
  • –––, 2005, “Filosofía de la Liberación”, in Ricardo Salas Astrain (eds), 2005, Pensamiento Crítico Latinoamericano: Conceptos Fundamentales, Santiago de Chile: Ediciones Universidad Católica Silva Henriquez, 373–388.
  • –––, 2007, Política de la liberación. Historia mundial y crítica, Madrid: Trotta; English translation, Politics of Liberation: A Critical Global History, Thia Cooper (tran.), London: SCM Press, 2011.

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