FILOSOFIA DE LA CIENCIA
Percy C. Acuña Vigil
PLATÓN |
Se puede aseverar que el concepto de Ciencia como un saber fundado en rigurosas consideraciones teóricas, es producto de la cultura griega clásica. A partir de estos inicios el mundo de la ciencia ha evolucionado.
A partir de Kant, a quien hay que considerar como un momento singular y decisivo en el deslinde riguroso entre ciencia y filosofía, el progreso de la Ciencia en general, tanto en lo que se refiere al desarrollo de las ya existentes por aquel entonces como a la proliferación de otras nuevas, lo mismo que el prodigioso afinamiento y precisión de los recursos investigativos de cada una de ellas, asciende a un grado que jamás hubieran podido sospechar sus progenitores del siglo XVI.
Immanuel Kant |
La distinción fundamental entre la ciencia y la filosofía se puede hallar sin mayor esfuerzo en las preguntas decisivas que una y otra puede formular. Llamo preguntas decisivas a aquellas que confieren realidad y sentido a una disciplina del saber en cuanto tal. De este modo, a la ciencia le resulta completamente imposible formular preguntas tales como: ¿Qué es el Ser?, ¿Cómo se conoce que se conoce?, ¿en qué consisten esencialmente el tiempo y el espacio?, y etcétera. En este sentido
Kant tiene toda la razón cuando asigna a la Ciencia el sector del mundo empírico.
Sin embargo hoy no cabe duda de que la filosofía no tiene realmente nada que hacer en el mundo sensible, como no sea en forma indirecta, es decir, cuando intenta conocerlo y justificarlo a partir de las últimas instancias del ser, de la esencia, la sustancia. Mientras que la ciencia sólo puede operar en el mundo sensible, lo mismo si se trata de electrones y moléculas que de emociones y afasias.
El estado de la cuestión en la actualidad muestra que es posible conciliar en una disciplina de riguroso saber el qué y el por qué (las preguntas de la filosofía) con el cómo (la interrogación que origina la ciencia tal cual hoy se le conoce) y en esta integración, donde tanto la ciencia como la filosofía seguirían conservando su total autonomía, vendría a fundarse la Filosofía de la Ciencia.
La filosofía de la ciencia no se denominó así hasta la formación del Círculo de Viena, a principios del siglo XX. En la misma época, la ciencia vivió una gran transformación a raíz de la teoría de la relatividad y de la mecánica cuántica. Entre los filósofos de la ciencia más conocidos del siglo XX figuran Karl R. Popper y Thomas Kuhn, Paul Feyerabend, Imre Lakatos, Ilya Prigogine, etc..
Karl Popper |
Hasta la década de los sesenta habían prevalecido las explicaciones lógicas de la ciencia. A partir de la obra de Thomas Kuhn (1922-1996) La estructura de las revoluciones científicas, hubo un cambio en la perspectiva y se empezaron a tener en cuenta los aspectos históricos, sociológicos y culturales de la ciencia.
El gran desarrollo de muchas disciplinas científicas ha hecho que los filósofos de la ciencia comiencen a hablar de "los métodos", ya que no es posible identificar un método único y universalmente válido. La idea heredada de la física clásica de que todo es reducible a expresiones matemáticas ha cedido terreno ante situaciones nuevas como la teoría del caos o los avances de la biología. Por otro lado han desaparecido cuestiones que llegaron a cubrir cientos de páginas y generaron grandes controversias. Quizás el caso más flagrante sea el del problema de la demarcación, centrado en la distinción entre ciencia y otros conocimientos no científicos. Prácticamente el tema desaparece después de Popper.
Frente al intento de los anteriores empiristas lógicos de formalizar las teorías de la física en el lenguaje de la lógica de primer orden, que resultaba un tanto forzado e innecesariamente complicado, Patrick Suppes fue el primero en proponer una concepción semántica y estructural de las teorías, caracterizadas como familias de estructuras conjuntistas identificadas con los modelos de la teoría. Esta manera de presentar las teorías en el lenguaje informal de la teoría de conjuntos resultaba así más intuitiva y familiar. Suppes ha elaborado sus ideas mediante el desarrollo de teorías cada vez más potentes sobre las estructuras teóricas, incluyendo sus importantes teoremas de representación e invariancia.
En filosofía de la ciencia se conoce a veces como estructuralismo el programa de reconstrucción de las teorías físicas propuesto por Joseph D. Sneed (1938) en 19716 como una síntesis del aparato formal de Suppes, del racionalismo crítico y del positivismo lógico con la corriente historicista de la ciencia. El estructuralismo fue reelaborado y divulgado por Wolfgang Stegmüller (1923-1991) y Carlos Ulises Moulines (1946). De la consideración de las teorías como estructuras le viene a esta propuesta metodológica el nombre de estructuralismo, que no tiene nada que ver con el estructuralismo lingüístico de Saussure.
Junto con las restricciones empíricas, una teoría consta de una estructura conceptual y de un ámbito de aplicación. Puesto que las teorías no se presentan aisladas sino interrelacionadas también es necesario estudiar las relaciones entre teorías, las redes teóricas. Entre estas relaciones encontramos la de reducción, quizá la más destacada por su papel en la unidad de la ciencia. A pesar de las múltiples teorías que puedan coexistir para explicar los mismos hechos, la unidad ontológica de la ciencia puede salvarse si todas ellas son reductibles a una sola teoría (o a unas pocas no inconmensurables entre sí).
Esta relación interteorética desempeña un papel fundamental, por ejemplo, en el trabajo de los físicos en su búsqueda de la Teoría del todo. Moulines propone una definición recursiva de la filosofía de la ciencia como teorización sobre teorizaciones, cuya epistemología no es descriptiva ni prescriptiva, sino interpretativa. Las teorías de la ciencia son construcciones culturales, pero ello no implica que la filosofía de la ciencia sea sustituida por una sociología de la ciencia.
Aparte del estructuralismo de Sneed y sus seguidores, también otros desarrollos de la filosofía de la ciencia contemporánea han sido influidos por las ideas y métodos conjuntistas y probabilistas introducidos por Suppes. Bas van Fraassen ha aportado su conocida concepción semántica de las teorías, que ha aplicado al análisis de la mecánica cuántica. Jesús Mosterín y Roberto Torretti han hecho contribuciones en esta dirección, que asimismo aflora en el diccionario conjunto de estos dos autores.
El debate sobre el realismo de la ciencia no es nuevo, pero en la actualidad aún está abierto. Bas C. Van Fraasen (1941), empirista y uno de los principales oponentes del realismo, opina que todo lo que se requiere para la aceptación de las teorías es su adecuación empírica. La ciencia debe explicar lo observado deduciéndolo de postulados que no necesitan ser verdaderos más que en aquellos puntos que son empíricamente comprobables. Llega a decir que "no hay razón para afirmar siquiera que existe una cosa tal como el mundo real". Es el empirismo constructivo, para el que lo decisivo no es lo real, sino lo observable.
Laudan y Giere presentan una postura intermedia entre el realismo y el subjetivismo estrictos. Laudan opina que es falso que sólo el realismo explique el éxito de la ciencia. Giere propone que hay ciencias que presentan un alto grado de abstracción, como la mecánica cuántica, y utilizan modelos matemáticos muy abstractos. Estas teorías son poco realistas. Las ciencias que estudian fenómenos naturales muy organizados como la biología molecular, utilizan teorías que son muy realistas. Por ello no se puede utilizar un criterio uniforme de verdad científica.
Rom Harré (1927) y su discípulo Roy Bhaskar (1944) desarrollaron el realismo crítico, un cuerpo de pensamiento que quiere ser el heredero de la Ilustración en su lucha contra los irracionalismos y el racionalismo reduccionista. Destacan que el empirismo y el realismo conducen a dos tipos diferentes de investigación científica. La línea empirista busca nuevas concordancias con la teoría, mientras que la línea realista intenta conocer mejor las causas y los efectos. Esto implica que el realismo es más coherente con los conocimientos científicos actuales.
Dentro de la corriente racionalista de oposición al neopositivismo se encuentra a Mario Bunge (1919). Analiza los problemas de diversas epistemologías, desde el racionalismo crítico popperiano hasta el empirismo, el subjetivismo o el relativismo. Bunge es realista crítico. Para él la ciencia es falibilista (el conocimiento del mundo es provisional e incierto), pero la realidad existe y es objetiva. Además se presenta como materialista , pero para soslayar los problemas de esta doctrina apostilla que se trata de un materialismo emergentista.
Robert K. Merton (1910-2003) se considera el fundador de la sociología de la ciencia en los años cuarenta, luego muy influida por los trabajos de Kuhn, 'La estructura de las revoluciones científicas', 1962 y 1969. La aportación básica para la filosofía de la ciencia fue introducir el término paradigma como supuestos teóricos generales: leyes más técnicas en una comunidad científica determinada, donde un antiguo paradigma es total o en parte reemplazado y se llama revolución científica este proceso y el cambio no es de forma acumulativa, sino paradigmático.
La primera sociología distinguía unos factores internos de la propia ciencia (metodología, objetivos, etc.) que eran independientes de otros factores externos (sociológicos, políticos, etc.) no pertenecientes a la ciencia. Pero una parte de la sociología de la ciencia posterior prescindió de esta distinción. David Bloor (1913) y Barry Barnes son los principales exponentes. Afirman que los científicos son personas que se pueden ver tan afectadas por los factores sociológicos que debemos pensar que todas las creencias son igualmente problemáticas.
Bruno Latour (1947) y Steve Woolgar proponen un concepto antropológico de la ciencia y, por tanto, su estudio por esta disciplina. Junto con las influencias antropológicas, aúnan también corrientes filosóficas como el pragmatismo, para crear algo así como una epistemología alternativa.
Atendiendo a las críticas de Thomas Kuhn y otros historiadores de que la filosofía de la ciencia con frecuencia se ocupa de problemas artificiosos y alejados de la ciencia real, diversos filósofos de la ciencia contemporáneos han tratado de aproximar sus análisis a la problemática actual de la investigación científica. Ello ha tenido como consecuencia tanto la revitalización de la filosofía general de la ciencia como el desarrollo de varias ramas especializadas de la misma: Filosofía de la física, de la mecánica cuántica, de la cosmología, de la biología, etc.
A ambas tareas han contribuido filósofos como John Earman, Bernulf Kanitscheider, Jesús Mosterín, Lawrence Sklar, Elliott Sober, Roberto Torretti y Bas C. van Fraassen, así como numerosos científicos, como Lee Smolin.
Referencias básicas.
Bunge, M. (2000). La investigación científica. Siglo XXI.
Cassirer, E. El problema del conocimiento en la filosofía y en la ciencia modernas, México, FCE, 1979, 4 vols.
Feyerabend, P. (1975). Contra el método. Esquema de una teoría anarquista del conocimiento. Barcelona. Tecnos.
Kühn, Th. (1981). La estructura de las revoluciones científicas. México. Fondo de Cultura Económica.
Lakatos, I. (1983). La metodología de los programas de investigación científica. Alianza Universidad. Madrid. 84-206-2349-0.
Lyotard, J.F. (1994). La condición postmoderna: informe sobre el saber. Madrid, Cátedra.
Popper, Karl (1980). La lógica de la investigación científica. Madrid Tecnos
Popper, Karl (2005). Conocimiento objetivo: un enfoque evolucionista. Madrid.Tecnos..
Putnam, H. (1988). Razón, verdad e historia. Madrid. tecnos.
Quine, Willard Van Orman (2001). Acerca del conocimiento científico y otros dogmas. Barcelona. Paidós: I.C.E. de la Universidad Autónoma de Barcelona.