Estos
apuntes informan que la región siempre estuvo
rodeada de tensiones y que los antecedentes que encontramos siempre son
de imperios y de conquistas. Hoy día esta presente un
factor más, el control del petroleo, del gas y del poder político, que son la clave
en esta región.
Importante es tener estos referentes para comprender en su
verdadera magnitud la situación Geopolítica de la hora actual.
Imperio otomano
El Imperio otomano, también conocido como Imperio turco otomano
fue un Estado multiétnico y multi confesional gobernado por los Dinastía Osmanlí. Era
conocido como el Imperio turco o Turquía por sus contemporáneos.
El origen
de los turcos otomanos se puede encontrar en las estepas de Asia Central, en el Turkestán, una etnia dada a la cuida de ganado, en especial
el caballo, y al comercio, casi nómada. El Turquestán 1 es una región histórica de Asia Central que se sitúa entre el mar Caspio y el desierto del Gobi, y que está poblada
mayoritariamente por pueblos de etnia túrquica.
Se suele dividir tradicionalmente en dos zonas, separadas por las cadenas montañosas del Tian Shan (Tengri Tagh) y del Pamir. Al este de ellas se localiza el Turquestán Oriental, que se corresponde con la provincia china de Xinjiang, mientras que al oeste se ubica el Turquestán Occidental, dividido en las antiguas repúblicas soviéticas y hoy estados independientes de Kirguistán, Turkmenistán, Tayikistán, Uzbekistán y el Kazajistán meridional, así como el norte de Afganistán.
Los pueblos mayoritarios del Turquestán, llamados túrquicos, tienen un origen común y se caracterizan por hablar lenguas con una misma raíz lingüística y profesar predominantemente la religión islámica.
Estos pueblos partieron de la zona del Altai y se expandieron por la zona descrita, mezclándose con otros pueblos indoeuropeos y asiáticos del este. Algunas tribus turcas rebasaron el área del Turquestán en diversas épocas históricas, llegando algunos, como los hunos, los búlgaros y los otomanos hasta Europa. Algunas fuentes lo relacionan con los mongoles ya que en las invasiones ellos iban con los mongoles.
Asia Central es una región de Asia que va desde el mar Caspio
hasta las fronteras de China y de las de Rusia hasta Asia del Sur. Asia Central se ha caracterizado
históricamente por sus pueblos nómadas y por
la Ruta de la Seda.1
Como resultado ha sido la vía por la que se han movido personas, bienes, e
ideas, entre Europa,
Oriente
Medio, Asia del Sur, y Asia
Oriental.2
Existen varias definiciones de lo que constituye Asia Central. Actualmente
se sigue la definición de la subregión de la ONU que la compone de cinco
repúblicas ex-Soviéticas Kazajistán,
Kirguistán,
Tayikistán,
Turkmenistán
y Uzbekistán.
En ocasiones, por razones étnicas se incluyen Mongolia, Afganistán,
Pakistán del Norte, Irán del Noreste,
Nortoeste de India y el China del Oeste.
En ocasiones se amplia aún más para acoger otras partes de China como Qinghai, Tíbet, Gansu y Mongolia
Interior así como el sur de Siberia.
El Imperio otomano comenzó siendo uno más de los pequeños estados turcos
que surgieron en Asia Menor durante la decadencia del Imperio Selyúcida. Los turcos otomanos fueron
controlando paulatinamente a los demás estados turcos y bajo el reinado de Mehmed II (1451-1481) acabaron con lo que quedaba de la dinastía selyúcida. La primera fase
de la expansión otomana tuvo lugar bajo el gobierno de Osmán I y siguió en los reinados de Orkhan, Murad I y Beyazid I, a expensas de los territorios del Imperio bizantino, Bulgaria y Serbia. Bursa cayó bajo su dominio en 1326 y Adrianópolis en 1361.
Las victorias otomanas en los Balcanes alertaron a Europa occidental sobre el peligro que este Imperio representaba y fueron el motivo central de la organización de la Cruzada de Seguismundo de Hungría. El sitio que pusieron los otomanos a Constantinopla fue roto gracias a Tamerlán, líder de los mongoles, quien tomó prisionero a Beyazid en 1402, pero el control mongol sobre los otomanos duró muy poco. Finalmente, el Imperio otomano logró conquistar Constantinopla en 1453.
Las victorias otomanas en los Balcanes alertaron a Europa occidental sobre el peligro que este Imperio representaba y fueron el motivo central de la organización de la Cruzada de Seguismundo de Hungría. El sitio que pusieron los otomanos a Constantinopla fue roto gracias a Tamerlán, líder de los mongoles, quien tomó prisionero a Beyazid en 1402, pero el control mongol sobre los otomanos duró muy poco. Finalmente, el Imperio otomano logró conquistar Constantinopla en 1453.
En su máximo esplendor, entre los siglos XVI y XVII se expandía por tres continentes, controlando una vasta parte del Sudeste
Europeo, el Medio Oriente y el norte de África, limitando al oeste con Marruecos, al este con el Mar Caspio y al sur con Sudán, Eritrea, Somalía y Arabia. El Imperio otomano poseía 29 provincias, y Moldavia, Transilvania y Valaquia eran Estados vasallos.
El imperio estuvo en el centro de las interacciones entre el Este y el
Oeste por seis siglos. Con Constantinopla como su capital y el
territorio que se conquistó bajo Solimán el Magnífico
-correspondiente a las tierras gobernadas por Justiniano el Grande mil años antes-, el Imperio
otomano era, en muchos aspectos, el sucesor islámico de los antiguos imperios clásicos. Numerosos rasgos y tradiciones
culturales de éstos (en campos como la arquitectura, la cocina, el ocio y el
gobierno) fueron adoptados por los otomanos, que los elaboraron en nuevas
formas. Estos rasgos culturales más tarde se mezclaron con las características
de los grupos étnicos y religiosos que vivían dentro de los territorios
otomanos, creando una nueva y particular identidad cultural otomana.
Durante el siglo XIX, diversos territorios del Imperio otomano
comenzaron a alcanzar su independencia, principalmente en Europa. Las sucesivas
derrotas en guerras y el auge de los nacionalismo dentro del territorio
llevarían al decaimiento del poder del imperio. Su participación en la Primera Guerra Mundial y el surgimiento de movimientos revolucionarios dentro de Turquía le
darían el golpe mortal. El imperio bajo la dirección de un sultán fue abolido el 1 de noviembre de 1922, mientras el califato lo fue un año después. La República de
Turquía fue fundada en su reemplazo, el 23 de octubre de 1923.
Imperio Bizantino
El medio oriente
El medio oriente
PERCY C. ACUÑA VIGIL
Gengis Kan (1162-
1227)
Fue un guerrero y conquistador
mongol que unificó a las tribus nómadas de esta etnia del norte de Asia,
fundando el primer Imperio mongol, el imperio contiguo más extenso de la
historia. Bajo su liderazgo como Gran Kan, los mongoles comenzaron una oleada de
conquistas que extendió su dominio a un vasto territorio, desde Europa Oriental
hasta el océano Pacífico, y desde Siberia hasta Mesopotamia, la India e
Indochina. En la primera fase de esta expansión, las hordas mongolas
conquistaron importantes reinos de Asia, como el Imperio jin del norte de China
(1211-1216), el Imperio tanguta, el Kanato de Kara-Kitai, el Imperio corasmio o
la dinastía Song en el sur de China.
En 25 años el ejército mongol conquistó más
tierras que los romanos en 400 años. El imperio era del tamaño de África, desde
el Océano Pacífico hasta el Mediterráneo. La mayoría de la población actual del
mundo vive en tierras conquistadas por Gengis –más de 30 países modernos con
3000 millones de habitantes–. Cambió las fronteras: insatisfecho con reinados
pequeños, él y sus descendientes consiguieron unir 12 principados eslávicos
para formar un gran estado ruso,[cita requerida] y crearon la China[cita
requerida] al unir la dinastía Sung en el sur con las tierras de los Jurched en
Manchuria, Tibet en el oeste, el reinado Tangut y las tierras Uighur del este
de Turkistan. Crearon también Corea e India,[cita requerida] cuyas fronteras
actuales casi coinciden con las establecidas por los conquistadores mongoles.
En China, nadie sabía que
Europa existía y en Europa, nadie sabía que China existía. Gengis los unió con
contactos diplomáticos y comerciales que han sobrevivido hasta la actualidad.
Tamerlan:
(Timur Lang o Timur el Cojo;
Kesh, Transoxiana, Asia Central, 1336 - Otrar, 1405) Caudillo mongol. Este
noble musulmán de origen turco llegó a ser el ministro principal del virrey de
Transoxiana, que gobernaba aquella región occidental del imperio mongol.
En 1363 se rebeló contra él y
le arrebató el poder. Y en 1370 se proclamó rey independiente, alegando su
condición de heredero de Gengis Kan, de quien probablemente descendía su padre
por línea materna.
Partiendo de su capital en
Samarkanda, inició entonces una sucesión de campañas militares que le llevaron
a conquistar toda el Asia central (1370-96). Demostró una gran capacidad de
conquista, pues una vez dominado el Turquestán, se anexionó también Irán, Irak,
Armenia y Georgia. Las disputas internas entre los príncipes del kanato de la
Horda de Oro le permitieron también intervenir en aquel reino establecido por
los mongoles en Rusia (1370-95).
Luego dirigió sus fuerzas hacia
la India (que sometió en 1398, en una sola campaña en la que arrasó Delhi),
Siria (con la toma de Damasco, Alepo y Bagdad, saqueadas y arrebatadas a los
mamelucos en 1400) y Asia Menor (donde obtuvo un gran triunfo en la batalla de
Angora, que sometió a vasallaje a los otomanos en 1402 y permitió subsistir
casi un siglo más al Imperio Bizantino, librándole del acoso otomano).
Sus campañas militares,
realizadas en nombre del Islam y caracterizadas por una crueldad y un afán
destructor que aterrorizaba a sus enemigos, fueron todas victoriosas y le
proporcionaron sucesivas anexiones territoriales. Pero Tamerlán no fue capaz de
organizar un sistema político y administrativo eficaz, de manera que no creó un
imperio unificado. Murió cuando se disponía a llevar la «guerra santa» a China,
y el conglomerado de países que había sometido se disgregó por sucesivas
divisiones entre sus hijos y nietos (los timúridas).
En poco más de dos décadas,
este noble musulmán de origen turco y mongol conquistó ocho millones de
kilómetros cuadrados de Eurasia.4 Entre 1382 y 1405 sus grandes ejércitos
cruzaron el continente euroasiático desde Delhi hasta Moscú, desde la
cordillera Tian Shan del Asia Central hasta los montes Tauro de Anatolia,
conquistando y reconquistando, arrasando algunas ciudades y perdonando a otras.
Su fama se extendió por Europa, donde durante siglos fue una figura novelesca y
de terror. Para algunos pueblos, afectados más directamente por sus conquistas,
su memoria, siete siglos después, permanece aún fresca, bien como destructor de
ciudades del Oriente Medio, bien como el último gran líder del poder nómada.
Sargón de Acadia o Sargón de Acad,
también conocido como Sargón el Grande (c. 2270 a.C. – 2215 a.C.) fue la
primera persona de la historia registrada en crear un verdadero Imperio: el
Imperio acadio. Su descendencia gobernó Mesopotamia durante el siguiente siglo
y medio. Su Imperio se extendía desde Elam hasta el mar Mediterráneo incluyendo
la región de los ríos Tigris y Éufrates, partes del moderno Irán, Siria y
posiblemente partes de la actual Turquía. Su capital fue Acadia (conocida
también como Agadé).
Senaquerib fue
rey de Asiria desde el 12 de Av (julio-agosto) de 705 a. C. hasta su muerte, el
20 de Tevet (diciembre-enero) de 681 a. C., así como de Babilonia entre 705 y
703, y nuevamente desde 689 a. C. hasta su muerte.
Hijo y sucesor de Sargón II,
estuvo ocupado en incesantes conflictos por todo el Creciente fértil durante la
mayor parte de su reinado, guerreando con Elam, Urartu y Egipto. Combatió al
rey Ezequías de Judá, asedió infructuosamente Jerusalén y arrasó Babilonia tras
varias revueltas contra su dominio, la última de las cuales provocó la muerte
de su hijo y heredero, Aššur-nādin-šumi, desgracia que acarrearía un conflicto
sucesorio, a resultas del cual murió asesinado por dos de sus hijos en una
revuelta palaciega. Fue sucedido y vengado por su hijo menor y heredero
designado, Asarhaddón.
A pesar de su intensa actividad
bélica, sus mayores esfuerzos los dedicó a la arquitectura y las obras
públicas. Reconstruyó con colosales proporciones la antigua ciudad sagrada de
Nínive, convirtiéndola en la gran capital de Asiria, dotándola de templos,
palacios, jardines y murallas, y construyó el acueducto de Jerwan, un
gigantesco acueducto para abastecerla de agua.
Nabucodonosor II (c.
630-562 a. C.) es probablemente el gobernante más conocido de la dinastía
caldea de Babilonia. Reinó entre el año 605 a. C. y el 562 a. C.
Es conocido por la conquista de
Judá y Jerusalén, y por su monumental actividad constructora en Babilonia, como
los famosos Jardines Colgantes de Babilonia. Ha sido tradicionalmente llamado
"Nabucodonosor el Grande", pero la destrucción del Templo de Jerusalén
y la conquista de Judá le granjeó una mala imagen en las tradiciones judías y
en la Biblia, al contrario de lo que sucede en el Irak contemporáneo, donde es
glorificado como un líder histórico.
Marduk:
Cuando Babilonia se convirtió en la capital de Mesopotamia, la deidad local de
Babilonia fue elevada a nivel de dios supremo. Para explicar cómo Marduk llegó
al poder, se escribió el Enûma Elish, que cuenta la historia del nacimiento de
Marduk, sus gestas heroicas, y como llegó a convertirse en el señor de los
dioses. Esto puede verse como una forma de apologías mesopotámicas.
En el Enûma Elish, creció una guerra civil entre los dioses hasta convertirse en una batalla climática. Los dioses Anunnaki se reunieron para encontrar un dios que pudiese derrotar a los dioses que se levantaron en su contra. Marduk, un dios joven, contestó a este llamado, y se le prometió la dignidad de dios supremo.
Al eliminar a su adversario, le arrebató las "Tablillas del Destino", que las poseía ilícitamente y asumió su nueva jeraquía. Bajo su dominio, se creó a la especie humana para llevar las cargas de la vida, de manera que los dioses pudiesen disfrutar del ocio.
Varios personajes fueron nombrados en honor a Marduk. Por ejemplo, la personalidad bíblica de Mordechai (Libro de Ester) usó su nombre gentil en reemplazo a su nombre hebreo, Bilshan.
Nabu, dios de la sabiduría, es un hijo de Marduk. En la biblia, en el libro de Jeremías 50;2, es mencionado el nombre de Marduk.
En el Enûma Elish, creció una guerra civil entre los dioses hasta convertirse en una batalla climática. Los dioses Anunnaki se reunieron para encontrar un dios que pudiese derrotar a los dioses que se levantaron en su contra. Marduk, un dios joven, contestó a este llamado, y se le prometió la dignidad de dios supremo.
Al eliminar a su adversario, le arrebató las "Tablillas del Destino", que las poseía ilícitamente y asumió su nueva jeraquía. Bajo su dominio, se creó a la especie humana para llevar las cargas de la vida, de manera que los dioses pudiesen disfrutar del ocio.
Varios personajes fueron nombrados en honor a Marduk. Por ejemplo, la personalidad bíblica de Mordechai (Libro de Ester) usó su nombre gentil en reemplazo a su nombre hebreo, Bilshan.
Nabu, dios de la sabiduría, es un hijo de Marduk. En la biblia, en el libro de Jeremías 50;2, es mencionado el nombre de Marduk.
El imperio Otomano
This year the Turks have
been celebrating the 500th anniversary of their conquest of Constantinople.
Turkish rule in Europe began nearly a century earlier, and was firmly established
by the time that the occupation of the Imperial city rounded off the Turkish
dominions and made Constantinople once again the capital of a great empire. But
the anniversary may serve as the occasion for some reflections on the place of
the Ottoman Empire in the history of Europe and of the world.
For most Europeans, the
loss of Constantinople is a great historical disaster, a defeat of Christendom,
which has never been repaired. In spite
of the present friendly relations between Turkey and the West, there is still a
reserve of mistrust, and even at times of hostility, with roots deep in the
European Christian past. For most literate West Europeans, the words “Turk” and
“Turkey” have complex emotional associations, colored by centuries of strife; and
for East Europeans the traditional picture of the Turkish oppressor has become
part of the national folklore. This Western image of the Turk has several
sources.
The first of these is fear, imprinted on the Western mind during the long period when the Turks were thrusting into the heart of Europe and seemed to threaten the very existence of Christendom. Richard Knolles, the Elizabethan chronicler of the Turks, expressed the feelings of Europe when he spoke of the Turk as “the present terror of the world.” Even in faraway Iceland, men prayed to be delivered “from the cunning of the Pope and the terror of the Turk.” That the latter was no idle fear was shown by the raid of Turkish corsairs on Iceland in 1627, when several hundred captives were carried off to Algiers.
The first of these is fear, imprinted on the Western mind during the long period when the Turks were thrusting into the heart of Europe and seemed to threaten the very existence of Christendom. Richard Knolles, the Elizabethan chronicler of the Turks, expressed the feelings of Europe when he spoke of the Turk as “the present terror of the world.” Even in faraway Iceland, men prayed to be delivered “from the cunning of the Pope and the terror of the Turk.” That the latter was no idle fear was shown by the raid of Turkish corsairs on Iceland in 1627, when several hundred captives were carried off to Algiers.
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