El filósofo francés Jean-François Lyotard (1924-1998), ganó fama internacional con "La condition postmoderne"(1979), un estudio sobre el postmodernismo en el que hace una crítica a la filosofía ilustrada desde presupuestos nietzscheanos. En ese estudio, Lyotard dio un carácter filosófico al concepto teórico, hasta entonces literario y arquitectónico, e intentó brindar elementos para la comprensión del cambio de siglo.
La condición postmoderna expresa un análisis de la realidad de la cultura actual como expresión del análisis del progreso. Sostiene que el desarrollo económico de las sociedades postindustriales hace que en el ámbito de la cultura se geste un nuevo paradigma cultural, donde caen desde un punto de vista relativista, todas las grandes cosmovisiones por las cuales el hombre occidental ha vivido.
Todas estas cosmovisiones, según Lyotard han fracasado. Además hace alusión a la escuela de Frankfurt, que ha gestado una visión crítica de la sociedad capitalista en su versión totalmente consumista y placentera de la vida.
Considera que los metarrelatos, son narraciones que están destinadas al fracaso, y que no hay verdad porque la misma cultura ha evolucionado de tal manera que se centran con una pluralidad de verdades y esto hace pensar que no hay una verdad fuerte sino que solamente se tienen impresiones subjetivas acerca de lo que es la verdad. Afirma que la verdad no está más en el centro de la teoría sino que la verdad aparece y se manifiesta en los márgenes.
Lyotard, ha identificado la cultura contemporánea como" chatarra Postmodernista "o" Postmodernismo ecléctico "debido a su buena voluntad de absorber una variedad de estilos sin importar su procedencia o estado". El renombre cada vez mayor del "kitsch" testimonia a esta tendencia general. La explosión de la tecnología de información, en cibercultura particular y realidad virtual, ha aumentado un sentido de la diversificación posible de la experiencia.
El objetivo del trabajo de Lyotard en "La condición postmoderna" tuvo por objeto el saber (el conocimiento) en las sociedades más desarrolladas. Y tal condición designa las transformaciones culturales que han afectado las reglas de juego de la ciencia, la literatura, las artes con relación a la crisis de los relatos; entendidos estos últimos como discursos legitimadores de ciertas verdades parciales que han permitido un alto grado de certidumbre.
El problema de fondo que el autor intento abordar hace más de treinta años, es el de la condición postmoderna que caracteriza a las sociedades contemporáneas, y la crisis de legitimidad que se produce en las democracias del llamado capitalismo tardío. Este trabajo ha suscitado un importante debate desde su presentación cuyos máximos exponentes han sido el propio autor, Frederic Jameson y Jürgen Habermas fundamentalmente.
Lyotard asevera que el clima sociocultural que vivimos esta signado por la llamada tendencia Postmoderna, impositora de proclamas de finitud: fin del sujeto, fin de los grades esquemas teóricos filosóficos sustentados en la justicia y el cambio; fin del logos, de lo universal, de las totalidades y de la centralidad, y lo más importante para este trabajo el fin de todo el lazo social, viniéndose abajo, los grandes relatos que propiciaban ideas de cambio en sentido de progreso, de desarrollo y perfeccionamiento, tanto del hombre, de la ciencia, como de la sociedad.
La fragmentación y atomismo social que celebra la Postmodernidad, presupone un aparente cambio progresivo de las condiciones que cimentaron la actitud moderna. Esto representa el paso de la unidad a la fragmentación, de la homogeneidad a la heterogeneidad, de la identidad unificada a la dispersión de las identidades y de la disolución del lazo social e inclusive a su negación.
Lyotard expuso en "Le Différend" que el discurso humano ocurre en un variado pero discreto número de dominios inconmensurables, ninguno de los cuales tiene el privilegio de pasar o emitir juicios de valor sobre los otros. En Economía libidinal (1974), La condición postmoderna (1979) y Au juste: Conversations (1979), atacó las teorías literarias contemporáneas e incitó al discurso experimental desprovisto de excesivos interes por la verdad. Consideró que ya estaba pasada la época de los grandes relatos o "metarrelatos" que intentaban dar un sentido a la marcha de la historia.
Criticó la sociedad actual postmoderna por el realismo del dinero, que se acomoda a todas las tendencias y necesidades, siempre y cuando tengan poder de compra. Criticó los meta discursos: el cristiano, el ilustrado, el marxista y el capitalista. Según Lyotard, estos son incapaces de conducir a la liberación. La cultura postmoderna se caracteriza por la incredulidad con respecto a los metarrelatos, invalidados por sus efectos prácticos y actualmente no se trata de proponer un sistema alternativo al vigente, sino de actuar en espacios muy diversos para producir cambios concretos. El criterio actual de operatividad es tecnológico y no el juicio sobre lo verdadero y lo justo. Defendía la pluralidad cultural y la riqueza de la diversidad.
La posmodernidad en América latina es aún más difícil de contextualizar. Su transcurrir, en parte se disocia de la Europea, y por otra parte se integra, participando con ciertas diferencias relevantes y paradójicas.
Como lo expone García Canclini en "Culturas Híbridas", Latinoamérica se suma a la era posmoderna sin haber cubierto las eras anteriores, como consecuencia de su sometimiento económico y político a lo largo de los siglos. Su historia política es una historia de continuas transiciones desfavorables. La constante dependencia económica a través de los años, no ha hecho más que ir cambiando a los actores.
En la actualidad, la desigualdad con el primer mundo, entre otros tantos factores históricos, reside en las desventajas en el acceso a las nuevas tecnologías que posibilitan la inserción a la nueva era digital y mediatizada.
En 1942, Camus sugirió que el símbolo más representativo de la modernidad no era tanto Prometeo sino Sísifo que fue condenando por los Dioses a hacer rodar sin cesar una roca hasta la cumbre de una montaña, desde donde volvía a caer siempre por su propio peso. Ahora, los posmodernos dicen: "Hace falta ser tontos para saber que Prometeo no es Prometeo sino, Sísifo, y empeñarse una y otra vez en subir la roca hasta lo alto de la montaña". ¡Dejémosla abajo y disfrutemos de la vida!.
La posmodernidad surge a partir del momento en que la humanidad empezó a tener conciencia de que ya no era válido el proyecto moderno; está basada en el desencanto.
A diferencia de la modernidad, en la posmodernidad las transgresiones autorales, propias de las técnicas de montaje, dominan el panorama artístico. García Canclini afirma que "las prácticas artísticas carecen de paradigmas consistentes’ y ya no se recurre a modelos legitimadores en las obras. Éstas responden a ‘las variaciones que el mercado auspicia para renovar las ventas". Esto hace del posmodernismo latinoamericano, un relato siempre discontinuo.
La posmodernidad en América latina es aún más difícil de contextualizar. Su transcurrir, en parte se disocia de la Europea, y por otra parte se integra, participando con ciertas diferencias relevantes y paradójicas.
Como lo expone García Canclini en "Culturas Híbridas", Latinoamérica se suma a la era posmoderna sin haber cubierto las eras anteriores, como consecuencia de su sometimiento económico y político a lo largo de los siglos. Su historia política es una historia de continuas transiciones desfavorables. La constante dependencia económica a través de los años, no ha hecho más que ir cambiando a los actores.
En la actualidad, la desigualdad con el primer mundo, entre otros tantos factores históricos, reside en las desventajas en el acceso a las nuevas tecnologías que posibilitan la inserción a la nueva era digital y mediatizada.
En 1942, Camus sugirió que el símbolo más representativo de la modernidad no era tanto Prometeo sino Sísifo que fue condenando por los Dioses a hacer rodar sin cesar una roca hasta la cumbre de una montaña, desde donde volvía a caer siempre por su propio peso. Ahora, los posmodernos dicen: "Hace falta ser tontos para saber que Prometeo no es Prometeo sino, Sísifo, y empeñarse una y otra vez en subir la roca hasta lo alto de la montaña". ¡Dejémosla abajo y disfrutemos de la vida!.
La posmodernidad surge a partir del momento en que la humanidad empezó a tener conciencia de que ya no era válido el proyecto moderno; está basada en el desencanto.
A diferencia de la modernidad, en la posmodernidad las transgresiones autorales, propias de las técnicas de montaje, dominan el panorama artístico. García Canclini afirma que "las prácticas artísticas carecen de paradigmas consistentes’ y ya no se recurre a modelos legitimadores en las obras. Éstas responden a ‘las variaciones que el mercado auspicia para renovar las ventas". Esto hace del posmodernismo latinoamericano, un relato siempre discontinuo.
Esta atmósfera social, este clima mental que se presupone postmoderno, ha suscitado, a escala global, un debate teórico para intentar capturar su esencia, con finalidad de forjar una vía para el conocimiento y la interpretación mediante el uso de algunas claves teórico-sociológicas y filosóficas en torno al problema de la sociedad bajo el signo de la condición postmoderna.
Frente a este desencanto con lo moderno, modernidad que a juicio de Max Weber ya habría desencantado a su vez a toda la historia previa, ¿qué urge hacer?. Angustia y ansiedad son fenómenos casi similares que se encuentra en esta nueva época, en donde los cimientos de los valores humanos más caros se encuentran cada vez más amenazados.
Referentes
Ensayo crítico sobre la noción de lazo social en la obra la condición postmoderna de Jean-François Lyotard: Moreno, Gendrik*
Lyotard Jean François. La Condición Postmoderna. Informe del Saber. Trad. Mariano Antolín Rato. ED Cátedra SA 1987. Madrid.
García Canclini, Néstor. Culturas híbridas: Estrategias para entrar y salir de la modernidad. México: Grijalbo, 1990.