El pensamiento de Plotino es interpretado, por lo general, como un “sistema”, el sistema del Uno, que abarca y considera la Totalidad como un conjunto regido por la ley metafísica de la unidad.
Estudiosos como É. Bréhier, J. Moreau, G. Reale, J. Igal, A. H. Armstrong....convienen en esto.
El carácter sistemático del pensamiento de Plotino es entendido aquí como la “metodología” apropiada para pensar la Totalidad como suprema unidad y para expresar la ontología del Uno como un todo perfecto.
Según esta interpretación, el sistema refleja la visión “sinóptica” de su contenido mismo y la muestra como la presencia misma del Uno en la realidad conjunta y en la mente intuitiva de Plotino, desplegada mediante una serie ordenada de conceptos, orientada a la experiencia mística, para la unión con el Uno como meta final.
Referencia
Agustín UÑA JUÁREZ. (Universidad Complutense)
La filosofía de Plotino constituye el paradigma del posterior neoplatonismo pagano y un importante punto de referencia para el primer pensamiento cristiano, que marcará el camino del sucesivo pensamiento medieval.
Aun cuando Plotino no pretenda sino retornar a Platón [Enéadas: V, 1, 8.], lo hace transformando con su pensamiento la herencia filosófica y teológica recibida, reelaborándola y ofreciendo soluciones personales y novedosas. Por ello la filosofía de Plotino imprimirá una dirección nueva al pensamiento sucesivo.
Como características generales del neoplatonismo, continuidad y novedad, se pueden señalar las indicadas por Ph. Merlan y en gran medida acogidas por G. Reale y la escuela de Tubinga. Si bien tanto uno como los otros están interesados en mostrar la continuidad de fondo entre el platonismo y la Academia Antigua –o el nuevo Platón emergente desde las doctrinas no escritas–, las características por ellos señaladas no impiden afirmar la originalidad de la reelaboración neoplatónica.
Tales características pueden resumirse del siguiente modo.
La realidad es entendida como estructurada en planos diversos, subordinados unos a otros y cada plano inferior del ser derivado desde el inmediatamente superior; la esfera suprema del ser procedería de un principio que, en cuanto causa de todo ser, no puede ser descrito él mismo como ser.
Tal principio es entendido más allá del ser, totalmente indeterminado. La esencial indeterminación del principio es descrita denominándolo Uno: unidad totalmente simple, ausencia de toda determinación.
Desde la simplicidad y unidad del principio supremo, cada esfera sucesiva de realidad presenta una creciente multiplicidad que indica no tanto un mayor número de entes presentes en cada nivel o esfera de lo real, sino la progresiva limitación de cada ente, hasta llegar a la determinación espacio-temporal, que contiene el mínimo grado de unidad.
La consecuencia gnoseológica de tal ontología es la peculiaridad del conocimiento del principio supremo, que no podrá ser conceptual, predicativo.
La gran dificultad, característica del neoplatonismo, será la explicación del paso desde lo Uno a lo múltiple [Merlan 1953]. A estas características podría añadirse una más, y es el ímpetu místico, la religiosidad nueva presente en el neoplatonismo, que unida a la inefabilidad del principio transforma la theôria en ekstasis y la identificación con Dios en fusión con el Uno.
Todas estas características evidencian también las diferencias con la doctrina platónica de los principios. Y entre ellas la más vistosa es precisamente la singularidad del principio supremo, el Uno, frente a la dualidad de los principios –Uno y Díada– de las doctrinas no escritas [Reale 1990].
Todo esto significa también que el neoplatonismo se opuso con decisión al epicureismo.
Para el epicureismo, en efecto, la multiplicidad de los átomos sería la realidad original, y el orden del universo un resultado provisional y precario de un mecanismo físico. La unidad del cosmos, como la de cualquier otra realidad, sería sólo el resultado histórico y contingente de una pluralidad precedente.
El neoplatonismo rechaza tal visión. Su paradigma parte siempre, siguiendo a Platón, de una unidad originaria, principio inteligible de toda multiplicidad. Una multiplicidad original y radical, como pretendía el epicureismo, nunca podrá dar razón ni de la vida, ni del alma, ni del pensamiento, ni de ninguna actividad del espíritu.
También Aristóteles, y su concepción de Dios, pensamiento de pensamiento y acto puro, energeia, están presentes en el neoplatonismo. Sería incluso posible, aunque es más discutido, conjeturar que la gnosis, con su resistencia a reconocer la existencia finita y creada del hombre como su verdadera identidad, influyera en la pretensión neoplatónica de recorrer espiritualmente el proceso de derivación de la realidad finita desde el Absoluto, y de elevar de tal modo al hombre a la esfera divina para que alcance su más íntima esencia.
Referencia
Yarza, I., Plotino, en Fernández Labastida, F. – Mercado, J. A. (editores), Philosophica: Enciclopedia filosófica on line, URL: http://www.philosophica.info/archivo/2007/voces/plotino/Plotino.html
Consultar: Eneadas G. H. San Jorge. A parte Rei.
García Bacca, J.D., Introducción general a las Enéadas, Losada, Buenos Aires 1948.
Merlan, P., From Platonism to Neoplatonism, M. Nijhoff, The Hague 1953 (tr. italiana, Dal platonismo al neoplatonismo, Vita e Pensiero, Milano 1990).
Reale, G., Storia della filosofia greca e romana, vol. 8: Plotino e il neoplatonismo pagano, Bompiani, Milano 2004.
Reale, G., Introduzione, en Merlan, P., Dal platonismo al neoplatonismo, Vita e Pensiero, Milano 1990.
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